Los pajarillos susurran al despertar: el bosque responde a la brisa risueña, y se entrelazan en susurros el sol y la sombra formando un rincón de paz encordada.
Las flores adornan senderos olvidados, y en su belleza florecen los sueños, y la vida coquetea con el aire.
Así, mis pensamientos se elevan hasta el esplendor donde las aves tejen un canto en el aire fresco, y el murmullo del río se transforma en el cielo, donde amor y luz se encuentran en un horizonte.
¿No es la naturaleza un canto divino, una melodía que invita a vivir? Así el eco resuena, la sonrisa te guía, y al final de la senda, el amor crece libre.
La tierra, que abraza su esencia, es mi hogar en esta vasta eternidad.
- Tomás de Iriarte